Mucho se habla de que arribar a un Diagnóstico es el punto de llegada, pero contrariamente a esta idea, proponemos llamarlo “punto de partida”
El Autismo es comúnmente llamado Trastorno del Espectro Autista; pero la palabra “Trastorno” se nos presenta como algo frío y poco empático a la hora de referirnos a seres humanos (únicos). Por eso, preferimos hablar de Condición y ahí es donde hacemos la tan importante diferenciación con el concepto de enfermedad.
Entonces, podemos decir que el Autismo es una condición del desarrollo que impacta esencialmente en dos áreas del mismo:
1 – Desafíos persistentes en la Comunicación y en la Interacción Social.
Algunos ejemplos o signos de alarma:
- Dificultad para usar gestos.
- Contacto visual inusual.
- Escasa variedad de Expresiones Faciales.
- Poca iniciación de Atención conjunta.
- Dificultades para mantener interacciones sociales recíprocas.
2. Patrones de comportamiento e intereses restringidos y repetitivos.
Algunos ejemplos o signos de alarma:
- Juegos no convencionales.
- Intereses absorbentes.
- Manierismos de manos/dedos o movimientos con todo el cuerpo.
- Intereses sensoriales inusuales.
- Uso estereotipado de palabras o frases.
Si bien estas son características generales que hacen al diagnóstico, cabe mencionar que el Autismo es muy heterogéneo y que “existen tantos autismos como personas con autismo”. Por eso cuando conocemos a una persona con autismo, conocemos solo a una persona con autismo.
¿Por qué es importante llegar a un Diagnóstico?
Mucho se habla de que arribar a un Diagnóstico es el punto de llegada (o el final de un proceso), pero contrariamente a esta idea, proponemos llamarlo “punto de partida”; ya que es el que nos ayudará a elegir qué caminos seguir, dependiendo de las fortalezas y los desafíos de cada persona.
Por esto, hacer el correspondiente Proceso Diagnóstico es fundamental para conocer las características, habilidades y competencias del paciente y así, poder implementar estrategias que lo ayuden en la adquisición de nuevas herramientas.
Cuando recibimos el diagnóstico de un familiar, mucho de lo que va a pasar estará relacionado al cristal con el que se lo mire. Los anteojos que elijas usar, te van a brindar diferentes experiencias. Creer en la persona, más allá del diagnóstico, marcara sus posibilidades futuras.
Eduquemos con el ejemplo y con el corazón
Esta condición nos pone en jaque como sociedad, porque lo que se supone que es lo más cotidiano, como comunicarnos, relacionarnos e interactuar con otros: en el Autismo, se da de otra manera: ni más, ni menos, ni mejor, ni peor; diferente.
Y acá es donde afirmamos que las teorías no salvan, los que salvan son los actos y los gestos de las personas, y poco sirve educar la mente si no educamos al corazón.
Al conocer a alguien con esta condición, tenemos que saber que, esa persona no padece su autismo, sino la falta de aceptación de una sociedad desinformada, que falla a la hora de empatizar. Pero por suerte, la desinformación, hoy en día, es solo una elección.
Cada 2 de abril el mundo se tiñe de color Azul para hacer un llamado a favor de la inclusión, la tolerancia, la empatía y el respeto hacia las personas con Autismo. Azul como el mar, muchas veces calmo, pero en ocasiones turbulento; inmenso como el amor que ellos tienen para dar.
¡Creemos en un mundo azul, transformado en colores!
Lic. Pilar Andrin
Psicóloga Mat. 15.851
Psicopedagoga Mat. 1985