¿Miramos realmente los ingredientes? ¿Pensamos o lo hacemos en automático?

Llegó la tan esperada primavera y surge, nuevamente, el mismo tema: el bendito picnic. Un sinfín de alimentos ultra procesados, aceptados culturalmente por gran parte de la sociedad, llenos de aditivos, azucares, sal, grasas y, por supuesto, gluten.

Un gran porcentaje de lo que consumimos tiene gluten. Desde las galletitas hasta los medallones de pollo. Desde lácteos hasta conservas.

Además, mucho tiene azúcar, harina y sal agregada. Y ahí están, las personas con celiaquía y sus familiares buscando opciones para llevar en su Tupper.

 Desde luego, nadie puede compartir alimentos con ellos porque, claramente, todo, hasta lo que no debería, tiene gluten. Y si no lo tiene, no puede garantizarse que no se haya contaminado en el proceso.

Como saben, la celiaquía es una intolerancia al gluten. Básicamente una respuesta adversa a alimentos con TCC.

Sí, “TCC” de trigo, centeno y cebada, y no “TAAC”, con la “A” de avena, que si bien no tiene gluten, en nuestro país no puede garantizarse que la avena no se contamine en su proceso de elaboración y distribución, por lo que se prohíbe su consumo para las personas con celiaquía. Una locura ¿no?

Volviendo al picnic, los invito a repensar como familias con qué productos alimentamos a lo más importante que tenemos y cuidamos permanentemente, nuestras infancias.

¿Qué le damos de comer a nuestros hijos? ¿Miramos realmente los ingredientes? ¿Pensamos o lo hacemos en automático? ¿En el salón de nuestros hijos hay niños con reacciones adversas a los alimentos? ¿Lo sabemos?  ¿Lo pensamos?

Si la respuesta es sí, está buenísimo, pero si la respuesta es no, algo debemos cambiar.

Es necesario que repensemos no sólo que comen nuestros hijos sino con quienes, de qué manera y en qué contexto. Esos “quienes” son sus amigos y su familia. Respetar y reconocer los derechos de las personas con celiaquía o diabetes es poder compartir la alimentación y que en cada ámbito que habiten, puedan contar con preparaciones aptas para comer.

Cuando digo esto, hablo del jardín, de la escuela, de los cumpleaños, de la casa de sus amigos, de los restaurants.

Respetar los derechos no es darle a todas las infancias un alfajor y a la infancia con celiaquía una barrita de cereal. Porque son personas, no extraterrestres, comen las mismas cosas que vos, que yo y que cualquier persona pero con el logo que señala que es apto para personas con celiaquía.

Comer nos construye a nosotros y a nuestro entorno. Comer es encuentro, es familia. Comer es placer. Comer es un derecho y se ve afectado cada vez que las infancias con celiaquía no tienen opciones porque todo tiene gluten.

Lo bueno: la divulgación de información correcta y chequeable es una manera de respetar y fomentar los derechos de quienes deben restringir algún componente de la alimentación.

Por Paula Dusso, nutricionista @paudussonutri